miércoles, 30 de octubre de 2019

Otros vendrán, de Marina Ginestà : el movimiento libertario en Catalunya


Otros vendrán, de Marina Ginestà : el movimiento libertario en Catalunya

Publicado en la revista El vuelo de la lechuza 4-12-2107

Por Rocío González Naranjo




Conocemos la fotografía que se convirtió en icono de la juventud miliciana durante la guerra civil, ésa de una joven miliciana posando en la azotea del hotel Colón en Barcelona, tomada tras la victoria del PSUC ante la ofensiva de los rebeldes, en 1936. La joven se llamaba Marina Ginestà y murió en 2014 en París, donde residía desde hacía cuarenta años. Marina tuvo acceso a esta fotografía gracias a un documentalista de la Agencia EFE, el cual se encargó de hacerle llegar esta joya histórica.

Marina, en la terraza de su casa en París, con la misma actitud desafiante.

Pero Marina no fue únicamente una joven miliciana periodista y traductora del corresponsal ruso Mijaíl Koltsov de la revista Pravda, sino que también fue una escritora olvidada por los cánones oficiales. Otros vendrán es una novela que Ginestà escribió entre los años 70-71, tras su regreso a Barcelona con su segundo marido, el diplomático belga Carl Werck. Podemos decir que es una obra autobiográfica, pues, sin duda alguna, traza la infancia de Marina – Ana en la novela – en una Barcelona revolucionaria, donde las teorías anarquistas estaban en boga. Los personajes de la novela - Joan Alzina y su esposa Valeriana, Miquel Alzina, Pilar y Germinal Giner – recuerdan mucho a la familia Ginestà que estuvo vinculada a la lucha obrera de principios del siglo XX.

Marina con su hermano Albert, al que estaba muy unida. Fotografía Archivo Manuel Periáñez Ginestà.
Pero lo que más nos interesa de este libro, por ahora, son las referencias históricas de los logros del anarquismo español, así como las diferentes vertientes que se desprenden de cada uno de los personajes. Marina no dudó en inspirarse de su propia vida, pero también aporta numerosos datos históricos y se podría decir que esta novela es un verdadero tratado del anarquismo español del momento. 
La historia del anarquismo español tiene sus orígenes a principios del siglo XX, entre Andalucía y Cataluña, que es donde más se extendió. Los campesinos en Andalucía y los obreros industriales en Catalunya hicieron posible que el concepto anarquista pasara a la historia no como lo que nos dan a entender hoy en día – caos, terrorismo…- sino como todo un sistema social, educativo y proletario que hizo evolucionar la sociedad.


En esta obra, se deja entrever la desilusión de Marina ante las luchas internas que se produjeron durante la guerra civil entre anarquistas y comunistas. La miliciana del PSUC supo bien tarde los asesinatos comanditados por Stalin de los jóvenes anarquistas que molestaban en su camino. Recordemos la guerra entre estalinistas y trotskistas del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) que tuvieron lugar en los llamados ‘eventos de mayo’, en 1937. Ella misma reconocía no saber la amplitud de esta guerra fratricida cuando empezó a leer libros sobre la misma, ya en su vejez, en París. De este modo, y según su hijo, Manuel Periáñez Ginestà, la familia Ginestà se desvinculó del estalinismo.
Por eso, esta novela y su autora deberían ser estudiados en profundidad pues, además de mostrarnos los momentos históricos que preceden a los años convulsos del siglo XX, es una muestra de la ideología del anarquismo verdadero: el que se configuró antes del inicio del terrorismo, aquel que preconizaba una igualdad de clases y un socialismo como finalidad, con sus diversas tendencias: la sindicalista, la anarcosindicalista y la anarquista.
 Los personajes están dibujados de una manera realista e histórica. Tenemos a Valeriana y a su compañero Joan Alzina, este último uno de los responsables del Sindicato Único de las Artes Gráficas de Barcelona, presentado como un sindicalista que conocía muy bien las huelgas, la represión y la cárcel, sobre todo la famosa Modelo de Barcelona. Trabaja de linotipista para Tierra y Libertad. El hijo de éste, Miquel, es educado sobre las bases del anarquismo, asistiendo a la Escola Racionalista, que emerge de la Escola Moderna de Francesc Ferrer, yendo al Ateneo Enciclopédico y siendo uno de los principales sindicalistas de su empresa, la Brufau, cuando se producen los eventos de la huelga La Canadiense, siendo después víctima del pistolerismo instaurado tras la victoria de las ocho horas laborales por parte de la CNT. Germinal Giner y su compañera, Asunción, sastres en casa, comparten las mismas ideas que sus vecinos y familiares, y viven también en consecuencia a su ideología - parejas que no están casadas por ejemplo - muy mal visto en la época. Del mismo modo, el hecho de ser anarquista se refleja, como hemos podido ver, en la forma de vivir, pero también en la forma de actuar para la sociedad. De este modo, la solidaridad obrera se extiende gracias al Comité Pro-Presos i Perseguits, en el que las compañeras de los sindicalistas y huelguistas encarcelados no están solas, sino que el comité, perteneciente a la CNT, les ayuda económicamente, y en el que el comité ofrece los servicios de abogados a los presos. También los libertarios tienen sus propias tiendas solidarias, como es el caso de la Unión Cooperativista, conocida como la “Coop”, ofreciendo productos más baratos a partir de una participación económica de todos los cooperativistas libertarios. Pues, como decía Bakunin, “el código moral anarquista comienza a través de la asociación.” Gracias al asociacionismo y a la solidaridad entre los sindicalistas libertarios, se consigue lo imposible en una época en la que el obrero no tenía ningún derecho: la jornada laboral de ocho horas. Por decreto real, el 4 de abril de 1919. Esta referencia a la famosa huelga de La Canadiense es algo que seguramente vivió la autora en su infancia y que demuestra los logros del anarquismo.


 En esta huelga histórica, en la que hubo un setenta por ciento de paro en Barcelona durante 44 días, fue esencial el papel del sindicato anarquista de la Confederación Nacional del Trabajo, que además consiguió mejores condiciones de trabajo, readmisiones de obreros y la liberación de sindicalistas presos a raíz de esta gran huelga. Aunque, tras esta huelga, el pistolerismo y la ley de fugas se puso en marcha para acabar con todos los sindicalistas cenetistas que hicieron posible esta mejora laboral. 

Mitin de Salvador Seguí durante la huelga de La Canadiense

El protagonista de la novela, Miquel Alzina, es uno de los tantos asesinados por este pistolerismo, según Asunción, en 1922, “en tiempos de Martínez Anido, el Gobernador asesino”. El lock out general de Barcelona, decretado por la Federación Patronal Española como respuesta a la huelga de los obreros, lo que se llamó “el pacto del hambre” fue el comienzo del fin de la visión anarquista de principios de siglo en España, pues esto dio lugar a los llamados grupos de acción anarquistas.
 Este hecho produjo una venganza entre la clase patronal, apoyada por las fuerzas policiales que en la historia ha pasado a denominarse “pistolerismo” (la banda del barón Koening). También contaban con la ley de fugas: ésta era muy simple, se trataba de asesinar a los sindicalistas aludiendo a un delito de fuga. Pero, además, estaban los asesinatos en medio de las calles cometidos por “hombres armados desconocidos que se daban a la fuga”. Estos asesinatos fueron favorecidos por el excomisario Manuel Bravo Portillo, ayudando así a la Federación Patronal con el grupo de asesinos llamados “Sindicato libre”, el cual tiene su origen en el confidente del gobernador civil, Juan Rull. De este modo, la sangre continuó corriendo mientras que en la prensa aparecían versiones completamente distintas a la realidad.
 Y los sindicalistas decidieron vengarse: Bravo Portillo apareció muerto en un callejón del barrio barcelonés de Gràcia.

Cadáver de Manuel Bravo Portillo, tras ser abatido.
A partir de ese momento, el anarquismo comenzó a ser tergiversado y conocido como un grupo de terroristas, en lugar de considerarlo como lo que fue en su principio: una forma de vida en sociedad igualitaria en la que el asociacionismo y la solidaridad era lo más importante. El declive anarquista, y sobre todo de la CNT, comienza con las fracturas internas que se producen a partir de la III Internacional, después de la Revolución Rusa. En ese momento, los trabajadores se reúnen para establecer sus diversas tendencias. 
Miquel Alzina asiste a una de estas reuniones, al Segundo Congreso de la Central Sindical en Madrid, en el Teatro de la Comedia, hecho histórico que Joaquín Maurín explica muy bien en sus escritos. Las páginas que explican el encuentro de Miquel con los otros sindicalistas y obreros es todo un compendio de las conclusiones anarquistas que se produjeron en este Congreso. En el hotel donde se alojaba Miquel, el San Martín, había delegados de regiones españolas que Marina no inventa, pues son nombres bien conocidos: “Salvador Seguí, Joan Peiró, Andreu Nin, David Rey, Ángel Pestaña Núñez, Emili Mira, Francesc Comas…También había dos delegados valencianos, Hilari Arlandis y Eusebi Carbó.”

Los anarcosindicalistas catalanes Quemades, Seguí y Pestaña

 El delegado valenciano Arlandis representaba la tendencia dura en la que proponía la adhesión de todos los sindicatos españoles a la III Internacional bolchevique porque alegaba que había que ayudar en la unión de los obreros, ya que pensaba, como muchos, que la dictadura era transitoria y que después vendría el estado libertario. Salvador Seguí y Ángel Pestaña (de la delegación catalana) no querían precipitarse, deseaban examinar antes la situación. Los bolcheviques puede que no compartieran las ideas antiautoritarias. Eleuterio Quintanilla (delegado asturiano) consideraba que el sindicalismo revolucionario no estaba representado en la Revolución Rusa.
 Estas tesis se discuten entre los personajes: Giner considera la tesis de Arlandis, mientras que los Alzina toman partido por la delegación catalana. Las tesis anarquistas se dividen. Joaquín Maurin, fundador del POUM, habla también de esta división en sus escritos1, preguntándose si no resultaba una contradicción la decisión tomada por la CNT:
“El Comité Nacional, como resumen de las ideas expuestas acerca de los temas precedentes por los diferentes oradores que han hecho uso de la palabra en el día de hoy, propone: Primero. Que la CNT de España se declare firme defensora de los principios de la I Internacional sostenidos por Bakunin. Segundo. Declarar que se adhiere provisionalmente a la Internacional Comunista por el carácter revolucionario que la informa […].”2

De este modo, a pesar de que la CNT fue uno de los sindicatos más importantes del primer tercio del siglo XX, a pesar de que la ideología anarquista fue, ante todo, una ideología basada en la educación, hoy en dia el término anarquismo está completamente tergiversado y, lo peor de todo, incomprendido. Por ello debemos agradecer a Marina, que no era anarquista, el restablecimiento de la verdad a través de esta obra magnífica que hoy las ediciones Espuela de Plata edita con traducción de Manuel Periáñez Ginestà y que proponemos como lectura indispensable.


1Joaquín Maurín, «Hombres e Historia. El II Congreso de la CNT”, España Libre, Nueva York, 1 de abril de 1960.
2Joaquín Maurin, Revolución y contrarrevolución en España, Paris, 1966, pp. 247 y ss. 


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