Otros vendrán, de Marina Ginestà : el movimiento libertario en Catalunya
Publicado en la revista El vuelo de la lechuza 4-12-2107
Conocemos la fotografía que se convirtió en icono de la juventud
miliciana durante la guerra civil, ésa de una joven miliciana
posando en la azotea del hotel Colón en Barcelona, tomada tras la
victoria del PSUC ante la ofensiva de los rebeldes, en 1936. La joven
se llamaba Marina Ginestà y murió en 2014 en París, donde residía
desde hacía cuarenta años. Marina tuvo acceso a esta fotografía
gracias a un documentalista de la Agencia EFE, el cual se encargó de
hacerle llegar esta joya histórica.
Marina, en la terraza de su casa en París, con la misma actitud desafiante.
Pero Marina no fue únicamente una joven miliciana periodista y traductora del
corresponsal ruso Mijaíl Koltsov de la revista Pravda,
sino que también fue una escritora olvidada por los cánones
oficiales. Otros vendrán es
una novela que Ginestà escribió entre los años 70-71, tras su
regreso a Barcelona con su segundo marido, el diplomático belga Carl
Werck. Podemos decir que es una obra autobiográfica, pues, sin duda alguna, traza la
infancia de Marina – Ana en la novela – en una Barcelona
revolucionaria, donde las teorías anarquistas estaban en boga. Los
personajes de la novela - Joan Alzina y su esposa Valeriana, Miquel
Alzina, Pilar y Germinal Giner – recuerdan mucho a la familia
Ginestà que estuvo vinculada a la lucha obrera de principios del
siglo XX.
Marina con su hermano Albert, al que estaba muy unida. Fotografía Archivo Manuel Periáñez Ginestà.
Pero lo que más nos interesa de este libro, por ahora, son las
referencias históricas de los logros del anarquismo español, así
como las diferentes vertientes que se desprenden de cada uno de los
personajes. Marina no dudó en inspirarse de su propia vida, pero
también aporta numerosos datos históricos y se podría decir que
esta novela es un verdadero tratado del anarquismo español del
momento.
La historia del anarquismo español tiene sus orígenes a
principios del siglo XX, entre Andalucía y Cataluña, que es donde
más se extendió. Los campesinos en Andalucía y los obreros
industriales en Catalunya hicieron posible que el concepto anarquista
pasara a la historia no como lo que nos dan a entender hoy en día –
caos, terrorismo…- sino como todo un sistema social, educativo y
proletario que hizo evolucionar la sociedad.
En esta obra, se deja entrever la desilusión de Marina
ante las luchas internas que se produjeron durante la guerra civil entre anarquistas y comunistas. La miliciana del PSUC supo bien tarde los asesinatos
comanditados por Stalin de los jóvenes anarquistas que molestaban en
su camino. Recordemos la guerra entre estalinistas y trotskistas del
POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) que tuvieron lugar en
los llamados ‘eventos de mayo’, en 1937. Ella misma reconocía no
saber la amplitud de esta guerra fratricida cuando empezó a leer
libros sobre la misma, ya en su vejez, en París.
De este modo, y según su hijo, Manuel Periáñez Ginestà, la
familia Ginestà se desvinculó del estalinismo.
Por eso, esta novela y su autora deberían ser estudiados en
profundidad pues, además de mostrarnos los momentos históricos que
preceden a los años convulsos del siglo XX, es una muestra de la
ideología del anarquismo verdadero: el que se configuró antes del
inicio del terrorismo, aquel que preconizaba una igualdad de clases y
un socialismo como finalidad, con sus diversas tendencias: la
sindicalista, la anarcosindicalista y la anarquista.
Los personajes están dibujados de una manera realista e histórica.
Tenemos a Valeriana y a su compañero Joan Alzina, este último uno
de los responsables del Sindicato Único de las Artes Gráficas de
Barcelona, presentado como un sindicalista que conocía muy bien las
huelgas, la represión y la cárcel, sobre todo la famosa Modelo
de Barcelona. Trabaja de linotipista para Tierra y Libertad.
El hijo de éste, Miquel, es educado sobre las bases del anarquismo,
asistiendo a la Escola Racionalista, que emerge de la Escola Moderna
de Francesc Ferrer, yendo al Ateneo Enciclopédico y siendo uno de
los principales sindicalistas de su empresa, la Brufau, cuando
se producen los eventos de la huelga La Canadiense, siendo después
víctima del pistolerismo instaurado tras la victoria de las ocho
horas laborales por parte de la CNT. Germinal Giner y su compañera,
Asunción, sastres en casa, comparten las mismas ideas que sus
vecinos y familiares, y viven también en consecuencia a su ideología
- parejas que no están casadas por ejemplo - muy mal visto en la
época. Del mismo modo, el hecho de ser anarquista se refleja, como
hemos podido ver, en la forma de vivir, pero también en la forma de
actuar para la sociedad. De este modo, la solidaridad obrera se
extiende gracias al Comité Pro-Presos i Perseguits, en el que las
compañeras de los sindicalistas y huelguistas encarcelados no están solas, sino que el comité,
perteneciente a la CNT, les ayuda económicamente, y en el que el
comité ofrece los servicios de abogados a los presos. También los
libertarios tienen sus propias tiendas solidarias, como es el caso de
la Unión Cooperativista, conocida como la “Coop”, ofreciendo
productos más baratos a partir de una participación económica de
todos los cooperativistas libertarios. Pues, como decía Bakunin, “el
código moral anarquista comienza a través de la asociación.” Gracias al asociacionismo y a la solidaridad entre los sindicalistas
libertarios, se consigue lo imposible en una época en la que el
obrero no tenía ningún derecho: la jornada laboral de ocho horas.
Por decreto real, el 4 de abril de 1919. Esta referencia a la famosa
huelga de La Canadiense es algo que seguramente vivió la autora en
su infancia y que demuestra los logros del anarquismo.
En esta huelga histórica, en la que hubo un setenta por ciento de
paro en Barcelona durante 44 días, fue esencial el papel del
sindicato anarquista de la Confederación Nacional del Trabajo, que
además consiguió mejores condiciones de trabajo, readmisiones de
obreros y la liberación de sindicalistas presos a raíz de esta gran
huelga. Aunque, tras esta huelga, el pistolerismo y la ley de fugas se
puso en marcha para acabar con todos los sindicalistas cenetistas que
hicieron posible esta mejora laboral.
El protagonista de la novela,
Miquel Alzina, es uno de los tantos asesinados por este pistolerismo,
según Asunción, en 1922, “en tiempos de Martínez Anido, el
Gobernador asesino”. El lock out general de Barcelona, decretado por la Federación
Patronal Española como respuesta a la huelga de los obreros, lo que
se llamó “el pacto del hambre” fue el comienzo del fin de la
visión anarquista de principios de siglo en España, pues esto dio
lugar a los llamados grupos de acción anarquistas.
Mitin de Salvador Seguí durante la huelga de La Canadiense
Este hecho produjo una venganza entre la clase patronal, apoyada por
las fuerzas policiales que en la historia ha pasado a denominarse
“pistolerismo” (la banda del barón Koening). También contaban
con la ley de fugas: ésta era muy simple, se trataba de asesinar a
los sindicalistas aludiendo a un delito de fuga. Pero, además,
estaban los asesinatos en medio de las calles cometidos por “hombres armados desconocidos que se daban a la fuga”. Estos asesinatos fueron favorecidos por el excomisario Manuel Bravo
Portillo, ayudando así a la Federación Patronal con el grupo de
asesinos llamados “Sindicato libre”, el cual tiene su origen en
el confidente del gobernador civil, Juan Rull.
De este modo, la sangre continuó corriendo mientras que en la prensa
aparecían versiones completamente distintas a la realidad.
Y los sindicalistas decidieron vengarse: Bravo Portillo apareció
muerto en un callejón del barrio barcelonés de Gràcia.
Cadáver de Manuel Bravo Portillo, tras ser abatido.
A partir de ese momento, el anarquismo comenzó a ser tergiversado y
conocido como un grupo de terroristas, en lugar de considerarlo como
lo que fue en su principio: una forma de vida en sociedad igualitaria
en la que el asociacionismo y la solidaridad era lo más importante.
El declive anarquista, y sobre todo de la CNT, comienza con las
fracturas internas que se producen a partir de la III Internacional,
después de la Revolución Rusa. En ese momento, los trabajadores se
reúnen para establecer sus diversas tendencias.
Miquel Alzina asiste
a una de estas reuniones, al Segundo Congreso de la Central Sindical
en Madrid, en el Teatro de la Comedia, hecho histórico que Joaquín
Maurín explica muy bien en sus escritos. Las páginas que explican
el encuentro de Miquel con los otros sindicalistas y obreros es todo
un compendio de las conclusiones anarquistas que se produjeron en
este Congreso. En el hotel donde se alojaba Miquel, el San Martín,
había delegados de regiones españolas que Marina no inventa, pues
son nombres bien conocidos: “Salvador Seguí, Joan Peiró, Andreu
Nin, David Rey, Ángel Pestaña Núñez, Emili Mira, Francesc
Comas…También había dos delegados valencianos, Hilari Arlandis y Eusebi Carbó.”
Los anarcosindicalistas catalanes Quemades, Seguí y Pestaña
El delegado valenciano Arlandis representaba la tendencia dura en la
que proponía la adhesión de todos los sindicatos españoles a la III
Internacional bolchevique porque alegaba que había que ayudar en la unión
de los obreros, ya que pensaba, como muchos, que la dictadura era
transitoria y que después vendría el estado libertario. Salvador
Seguí y Ángel Pestaña (de la delegación catalana) no querían precipitarse, deseaban examinar antes la situación. Los bolcheviques
puede que no compartieran las ideas antiautoritarias. Eleuterio Quintanilla
(delegado asturiano) consideraba que el sindicalismo revolucionario no
estaba representado en la Revolución Rusa.
Estas tesis se discuten entre los personajes: Giner considera la
tesis de Arlandis, mientras que los Alzina toman partido por la
delegación catalana. Las tesis anarquistas se dividen. Joaquín Maurin, fundador del POUM,
habla también de esta división en sus escritos1,
preguntándose si no resultaba una contradicción la decisión tomada
por la CNT:
“El Comité Nacional, como
resumen de las ideas expuestas acerca de los temas precedentes por
los diferentes oradores que han hecho uso de la palabra en el día de
hoy, propone: Primero. Que la CNT de España
se declare firme defensora de los principios de la I Internacional
sostenidos por Bakunin. Segundo. Declarar que se
adhiere provisionalmente a la Internacional Comunista por el carácter
revolucionario que la informa […].”2
De este modo, a pesar de que la CNT fue uno de los sindicatos más
importantes del primer tercio del siglo XX, a pesar de que la
ideología anarquista fue, ante todo, una ideología basada en la
educación, hoy en dia el término anarquismo está completamente
tergiversado y, lo peor de todo, incomprendido. Por ello debemos
agradecer a Marina, que no era anarquista, el restablecimiento de la
verdad a través de esta obra magnífica que hoy las ediciones Espuela de Plata edita con traducción de Manuel Periáñez Ginestà y que proponemos como
lectura indispensable.
1Joaquín
Maurín, «Hombres e Historia. El II Congreso de la CNT”, España
Libre, Nueva York, 1 de abril de 1960.
2Joaquín
Maurin, Revolución y contrarrevolución en España, Paris,
1966, pp. 247 y ss.