Matilde Ras: la grafóloga que escribía teatro, artículo publicado en la Revista Cultural Los Ojos de Hipatía, el 19 de octubre de 2017
Rocío González Naranjo
Comenzamos este artículo con una constatación deprimente: la
invisibilidad de las escritoras de la Edad de Plata. Matilde Ras, la
pionera de la Grafología en España, pasa de puntillas por la
historia de la literatura española, como muchas otras mujeres de la
Edad de Plata, como si no hubiera aportado nada a nuestra cultura. Y,
sin embargo, Matilde Ras no fue únicamente la persona que introdujo
el estudio de la grafología en España, sino que además fue una
activa colaboradora de la prensa madrileña, traductora, ensayista,
dramaturga, participando en la vida cultural madrileña de los años
de preguerra. Mujeres, exiliadas y republicanas, todo un coctel para
que la Historia vencedora se encargara de borrar cualquier huella de
estas mujeres.
Nunca es demasiado tarde, y de este
modo María Jesús Fraga publicó en 2014 El
camino es nuestro, un libro
en el que se publican textos inéditos de Matilde Ras y de Elena
Fortún, la autora del personaje de Celia. Entre los textos inéditos
encontramos la relación epistolar de ambas autoras, y descubrimos la
relación amorosa entre ellas y su encuentro en el Círculo Sáfico
de Victorina Durán, del que sabemos pocas cosas si no es gracias a
Vicente Carretón Cano1, a la novela Acrópolis
de Rosa Chacel y una tesis inédita aún de la doctora Eva María Moreno Lago.
Matilde Ras fue lo que María Teresa
León explicaba sobre ella misma en su autobiografía, una femme
de lettres, una mujer
completa, cultivada, admirada y respetada en su época. Su familia le
dio una educación cosmopolita e igualitaria, ayudando así a la
formación de una personalidad fuerte y luchadora.
Tras pasar un
periodo en Cuba, y tras la muerte de su padre, la familia volvió a
España viviendo en diferentes provincias hasta trasladarse en
Madrid. Es en esta ciudad donde Matilde comenzó a interesarse por la
grafología y en 1917 publicó su primer libro sobre el tema. Recibió
después una beca para poder estudiar en el prestigioso centro de
Grafología de París (1923).
Además de sus estudios sobre Grafología (que siguen vigentes aún hoy en día), Matilde escribió narrativa, cuentos, teatro, haciendo que la expresión femme de lettres tomara pleno sentido2. Fue asidua del Lyceum Club Femenino, aunque no consta como socia en los archivos de Zenobia Camprubí. Escribió en la prensa, analizando la escritura de personas célebres, pero también escribiendo artículos sobre literatura y cultura3. Particularmente le atraían mucho los autores franceses. Precisamente, dejó un inédito sobre Voltaire (Estudio psico biográfico de Voltaire). Era una feminista moderada, como podemos ver en sus escritos, ya que buscaba un cambio en los códigos sociales a partir de una educación igualitaria, como la que ella tuvo.
Matilde Ras y su amiga Elena Fortún
Además de sus estudios sobre Grafología (que siguen vigentes aún hoy en día), Matilde escribió narrativa, cuentos, teatro, haciendo que la expresión femme de lettres tomara pleno sentido2. Fue asidua del Lyceum Club Femenino, aunque no consta como socia en los archivos de Zenobia Camprubí. Escribió en la prensa, analizando la escritura de personas célebres, pero también escribiendo artículos sobre literatura y cultura3. Particularmente le atraían mucho los autores franceses. Precisamente, dejó un inédito sobre Voltaire (Estudio psico biográfico de Voltaire). Era una feminista moderada, como podemos ver en sus escritos, ya que buscaba un cambio en los códigos sociales a partir de una educación igualitaria, como la que ella tuvo.
Tras la guerra, estuvo un tiempo
exiliada en Portugal, participando en la Radio España Independiente,
conocida como La Pirenaica,
una radio fundada por Dolores Ibárruri contra la dictadura
franquista.
Pero su regreso a España no fue el esperado. No pudo continuar con la labor que había iniciado en los años veinte y treinta. En el prólogo de El camino es nuestro, se nos da una imagen conjunta de Ras y de Fortún como LA mujer moderna por excelencia de los años vanguardistas en España:
Pero su regreso a España no fue el esperado. No pudo continuar con la labor que había iniciado en los años veinte y treinta. En el prólogo de El camino es nuestro, se nos da una imagen conjunta de Ras y de Fortún como LA mujer moderna por excelencia de los años vanguardistas en España:
[…] las dos compartieron una
honda preocupación por la muerte y por el mas allá, les interesaron
las nuevas ciencias o las pseudociencias vinculadas a la vanguardia y
al arte nuevo, como la homeopatía, la teosofía, el espiritismo o la
grafología, precursora de la psicología moderna y por ello
considerada de suma importancia a principios del siglo XX.4
El culto a una vida sana, a cultivarse
constantemente, a enfrentarse a las convenciones sociales hacia las
mujeres hacen de Matilde Ras una referente de las modernas españolas.
Ella misma, experta en el Quijote, se consideraba una persona
melancólica como el personaje de Cervantes. Su modernidad se
demuestra también en una de sus obras teatrales, El
amo, publicada junto a otra
obra de la autora, El taller
de Pierrot, y otras dos
autoras en un volumen titulado Teatro
de mujeres en 1934 por
Cristóbal de Castro5.
En esta obra, Matilde muestra la oposición que existe entre amos y criados, entre mujeres y hombres, entre juventud y vejez. El antologista Cristóbal de Castro presenta a Matilde Ras del siguiente modo: “Matilde Ras, cuya notoriedad como grafóloga se ha extendido por las revistas más populares, revela en estas obras una firme personalidad dramática.”6 Y añade que se trata de una comedia rural, “de feliz ambiente y rica animación”.
En esta obra, Matilde muestra la oposición que existe entre amos y criados, entre mujeres y hombres, entre juventud y vejez. El antologista Cristóbal de Castro presenta a Matilde Ras del siguiente modo: “Matilde Ras, cuya notoriedad como grafóloga se ha extendido por las revistas más populares, revela en estas obras una firme personalidad dramática.”6 Y añade que se trata de una comedia rural, “de feliz ambiente y rica animación”.
Sentimos discrepar tras haber accedido
a esta obra. Cierto, en las tragedias rurales sucede como en las
tragedias griegas: muere
hasta el apuntador, como se
suele decir. Aquí no muere nadie, pero nos sigue pareciendo una
tragedia rural, y no una comedia, ya que la situación que se
presenta no tiene nada de feliz
ambiente. Isabel, una chica
joven de dieciocho años que ha tenido que dejar a su padre viudo y a
su hermano pequeño solos para poder trabajar en un molino, es
acosada por su amo y maltratada por su ama, muerta de celos. Isabel
sólo aspira a que su padre pueda trabajar junto a ella e incluso
ofrece sus servicios sin ninguna remuneración a cambio de poder
alojar a su hermano pequeño. La respuesta de la ama es una negativa
rotunda, aunque no es el caso del amo, que busca favores sexuales a
cambio de esta ayuda. Este ambiente de injusticia no es precisamente
feliz, ya que, hasta el propio hermano del ama, Leandro, replica así
sobre los amos: “Pero así
sois los amos; aunque los criados nos matemos a trabajar, siempre
hacemos poco para vosotros […]”.
Y es que Leandro, hermano de Casilda, el ama, está enamorado de
Isabel y es correspondido, pasando su tiempo a defenderla ante su
hermana. Sí que podemos decir que hay momentos en los que más que
comedia, podamos hablar de sátira, ya que los amos se presentan ante
los personajes que deambulan por el molino como personas humildes y
pobres, pero se ríen del chico que desde los ocho años está
cuidando las ovejas. Incluso hay un personaje bastante curioso, el
poeta, que va en busca de inspiración y recibe alojamiento en el
molino. El poeta declara:
¡Felices vosotros que no sabéis
del tumulto de anhelos y del afanoso vivir de las ciudades!, ¡que
respiráis un aire limpio y bebéis del raudal de vuestras fuentes y
del vino de vuestros lagares!, ¡que coméis el pan de vuestras
espigas!, ¡que no extendéis las ambiciones mas allá de la linde de
vuestros campos!7
Este episodio es calificable de sátira
casi esperpéntica, pues el poeta es ridiculizado por la autora,
demostrando que ignora completamente la situación existente en este
mundo de amos y criados. Casilda declara, orgullosa, haber acogido a
su hermano Leandro, sin tener por qué darle un sueldo por su
trabajo8.
La imagen de los amos es una visión claramente de denuncia. Matilde
Ras muestra, a través de Casilda, Fausto y la tía Márgara, las
ambiciones y la falta de escrúpulos de éstos. Consideran a sus
criados como objetos de trabajo que, cuando no funcionan, hay que
tirarlos. De este modo habla Márgara de un viejo criado que tenía:
No servía pa nada; hacía más en
un año que en un día, y hasta de memoria andaba tan flaco, que si
le mandabas a por una madeja de algodón negro […] te lo traía
colorao. ¡Qué probaeros de pacencia me puso Dios hasta que lo eché
antier!9
La situación finaliza de manera
feliz, por eso podemos comprender a De Castro cuando hablaba de
comedia, en lugar de tragedia: tras las presiones del amo hacia
Isabel para ayudarla a traer a su familia, ésta decide irse, y
Leandro con ella, no sin decir una última palabra a su cuñado, que
sigue considerando que ellos dos les pertenece:
Nosotros no somos nada tuyo. (A
Isabel) Vamos… Este hombre me dominaba. Todo en la vida era dominio
sobre mí…Ya soy otro. Hoy me siento capaz de ser también el amo.
Pero fuera, en los campos, donde pueda ganar la vida libremente para
los que de mí se amparen.10
Así, tras esta salida, Matilde Ras
demuestra un teatro casi proletario cuyo principal objetivo no es
únicamente la denuncia social, sino también el reconocimiento de la
libertad como derecho indiscutible de todas las personas.
Después de la publicación de este artículo, se produjo un evento maravilloso, la edición de los Diarios de Matilde, desde la editorial Renacimiento que se ha propuesto que las mujeres de nuestra Edad de Plata tengan, por fin, el merecido reconocimiento por la crítica literaria.
Después de la publicación de este artículo, se produjo un evento maravilloso, la edición de los Diarios de Matilde, desde la editorial Renacimiento que se ha propuesto que las mujeres de nuestra Edad de Plata tengan, por fin, el merecido reconocimiento por la crítica literaria.
Bibliografía:
-Carretón Cano, Vicente, «Victorina
Durán y el círculo sáfico de Madrid. Semblanza de una escenografía
del 27», El Maquinista de
la generación, ISSN
1577-340X, N.º. 9, 2000, págs. 4-20.
-De Castro, Cristóbal, Teatro
de Mujeres, Madrid, M.
Aguilar, 1934.
-Fragua, María Jesús, Elena
Fortún y Matilde Ras. El camino es nuestro,
introducción de Nuria Capdevila-Argüelles, Madrid, Fundación Banco
Santander, 2014.
1
«Victorina Durán y el círculo sáfico de Madrid. Semblanza de una
escenografía del 27», El Maquinista de la generación, ISSN
1577-340X, N.º. 9, 2000, págs. 4-20.
2
Obras narrativas:
-Donde
se bifurca el sendero (1913)
-Cuentos
de la Guerra (1916)
-Quimerania
(relatos) (1918)
-Charito
y sus hermanas (1946)
-Heroísmos
oscuros (1968)
Ensayos:
-Grafología:
estudio del carácter por la escritura (1917)
-Grafología:
las grandes revelaciones de la escritura (1929)
-Grafología
(1933)
-La
inteligencia y la cultura en el grafismo (1945)
-El
retrato grafológico (1947)
-Historia
de la escritura y grafología (1951)
-Los
artistas escriben (1953)
-Lo
que sabemos de Grafopatología (1963)
Autobiografia:
-Diario
(1946), dedicado a Elena Fortún.
Inéditos:
-Estudio
psico biográfico de Voltaire.
3
Por esos mundos, ABC, Blanco y Negro, La Voz, Heraldo de Madrid,
Mundo Hispánico, Buen Humor, Estampa, Mundo Femenino, Crónica,
Revista Estudio, Mujer, El Sol, Nuevo Mundo, La Voz Horizonte,
Arriba. Y revistas de América del Sur, Portugal y Francia.
4
Fragua, María Jesús, Elena Fortún y Matilde Ras. El camino es
nuestro, introducción de Nuria Capdevila-Argüelles, Madrid,
Fundación Banco Santander, 2014.
5
Publicada junto a los siguientes títulos: Al margen de la
ciudad, de Halma Angélico; El tercer mundo de Pilar
Valderrama.
6
De Castro, Cristóbal, Teatro de Mujeres, Madrid, M. Aguilar,
1934, p. 15.
7
Ibidem, p. 148.
8
«Yo no le doy soldada: para eso es mi hermano; si no, ¿qué
ventaja alcanzara con su servicio?”, Ibidem, p. 158.
9
Ibidem, p. 159.
10
Ibidem, p. 165.
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