Honremos a nuestros antepasados
Por Laura S. Leret
Hoy 18 de julio es el aniversario del inicio de la Guerra Civil española. Los hijos y nietos de las víctimas del franquismo recordamos este día con zozobra. Algunos de nosotros izamos la bandera republicana en la ventana de nuestras viviendas. Otros llevamos flores al cementerio. Haremos acto de presencia en la tierra que cubre una fosa común. Quizás visitemos la cárcel o el campo de concentración donde estuvo preso nuestro familiar.
Por mi parte elevaré un pensamiento a mis antepasados muertos, un reconocimiento a su sufrimiento. Así como los judíos conmemoran la Shoá, de la misma manera nosotros los familiares de los represaliados por el franquismo, nos pronunciamos para preservar la memoria de nuestra catástrofe. Así como los judíos rememoran el Holocausto, nosotros los descendientes de los republicanos españoles rememoramos el genocidio fascista que azotó a España a raíz de la Guerra Civil.
Comenzó un 17 de julio en el Marruecos español, al norte de África. Allí se encontraba el grueso del Ejército español conformado por oficiales retrógrados y por la tropa mercenaria de origen moro. Las fuerzas que tomaron por las armas el control de las ciudades de Melilla, Ceuta y Tetuán. Al día siguiente, el 18 de julio, gran parte del ejército en la península se sumó al golpe de Estado. Un golpe político para preservar los intereses de la aristocracia, los terratenientes, los banqueros, los industriales, el ejército y la iglesia católica.
A unos kilómetros de Melilla, en el ojo del huracán, se encontraban mis abuelos, mi madre y mi tía, aquel verano de 1936. Carlota O'Neill, mi abuela, fue testigo del comienzo de la guerra. La base de aviones comandada por su esposo, mi abuelo, el capitán de aviación Virgilio Leret fue atacada por un tabor de infantería, un escuadrón de caballería. A quienes se les uniría, las Fuerzas Regulares comandadas por el temible Mohammed Mizzián.
Carlota O'Neill era escritora, y en su libro Una mujer en la guerra de España describe cómo su familia veraneaba en una base militar al lado de la Mar Chica, un lugar paradisíaco. Cómo el vendaval del huracán llamado Guerra Civil arrasó con su familia. Mi abuelo, el capitán de aviación Virgilio Leret fue hecho prisionero y fusilado al amanecer del 18 de julio con dos de sus suboficiales, Armando González y Luis Calvo.
Carlota O'Neill fue acusada por el falangista Manuel Requena de ser "extremadamente peligrosa". Le hicieron dos Consejos de guerra y fue condenada a 6 años en prisión en el fuerte de Victoria Grande, una prisión del siglo dieciocho. La rendición de penas por el trabajo le permitió salir en libertad al cumplir 4 años de cárcel. Las niñas María Gabriela y Carlota fueron recogidas por una familia amiga y al terminar la guerra fueron internadas en el Colegio de Huérfanas de militares en Aranjuez, un colegio de monjas de la posguerra: hambre y frío.
Cuando se dice que la Guerra Civil fue "fratricida", que ocurrieron barbaridades en ambos bandos, se intenta equiparar el padecimiento del bando republicano con el bando fascista. Los investigadores coinciden que la represión de los rebeldes militares fue tres veces superior a la ejecutada en el bando republicano. Unos 200.000 hombres y mujeres republicanos fueron ejecutados por los militares rebeldes.
La represión de los llamados "nacionalistas" fue calculada en tiempos de paz. El político Gil Robles, meses antes del golpe de Estado, proclamaba en sus escritos y programas de radio que España necesitaba para salvarse una sangría de vidas. El general Mola incitó a una acción extremadamente violenta para reducir al enemigo. Las represalias de los militares sublevados nunca fueron públicamente condenadas ni por las autoridades golpistas ni por el clero. La responsabilidad recae sobre los que desataron la Guerra Civil. Una guerra innecesaria que destrozó a España.
El olvido no es la estrategia para la reconciliación de los españoles. Algunos partidos políticos en España pregonan la "banalización del mal" de la que habló la escritora Hannah Arendt. En vez de votar a favor de conceder recursos para identificar los restos de los cadáveres en las fosas comunes, votan en contra. En vez de votar a favor de remover los símbolos franquistas, se abstienen. La cárcel de Victoria Grande donde mi abuela estuvo presa con cientos de mujeres prisioneras políticas, no tiene una placa que rememore su condición de prisión. Es decir, estos partidos políticos votan a favor del olvido. No aceptan la responsabilidad histórica de las consecuencias de la Guerra Civil.
Desde Venezuela, esta tierra americana que fue refugio para miles de exiliados españoles, hago un llamado para mantener viva la memoria y para honrar a nuestros antepasados, que lucharon en España para conseguir mejoras sociales, económicas y políticas.